La Base 4.0

«Arce, preso y derrotado por el fantasma de Evo»

Por: Víctor Jiménez López

Luis Arce, el actual presidente de Bolivia, parece atrapado en una espiral descendente de crisis política y social que él mismo ha contribuido a desencadenar. En su reciente discurso, rodeado de figuras deslegitimadas como Lucio Quispe y Guillermina Kuno, intentó desviar la atención de los crecientes problemas internos de su gobierno al lanzar un ataque directo contra Evo Morales. Arce acusó a Morales de estar detrás de un supuesto golpe de Estado y de ser el responsable de los conflictos sociales que se avecinan. Sin embargo, esta narrativa se ve más como un intento desesperado de sobrevivir políticamente que como una estrategia sólida de gestión de crisis.

Montaje político con dirigentes desacreditados

El escenario de la conferencia de prensa de Arce estuvo lleno de símbolos de una política en decadencia. A su derecha, Lucio Quispe, un dirigente campesino que ha sido desconocido por su provincia y expulsado por la Federación Única de Trabajadores Campesinos Tupak Katari por ser considerado un «filipillo» y traidor, ademas de ser de la USC y no del MAS IPSP, que fue el partido político que llevó al poder a Luis Arce. A su izquierda, Guillermina Kuno, militante de TRADEPA, quien también fue desconocida en un congreso nacional de las Bartolinas Sisa por unanimidad de los nueve departamentos. Existen muchas ausencias notables en la fotografía acostumbrada como el caso de juan Carlos Huarachi, Esteban Alavi, Seña y otros. Esta falta de legitimidad en su entorno inmediato evidencia que Arce está apoyándose en un grupo de dirigentes que ya no representan a las bases campesinas e indígenas, sino que actúan como peones de un gobierno que se alejó de las clases y raíces populares.

El resurgir de nuevos líderes

Mientras Arce sigue atacando a Evo Morales, el liderazgo de nuevos dirigentes jóvenes como Andrónico Rodríguez y David Mamani está inclinando la balanza del poder en su contra, ya que si en su enceguecimiento y aventura sin retorno, hipotéticamente lograse eliminar a Evo Morales de la arena política como varios Ministros amenazaron, mas allá de un alzamiento popular que diese consecuencia, Andrónico Rodríguez es visto como el «heredero político» de Morales, se ha convertido en una figura influyente capaz de generar empatía dentro y fuera del MAS-IPSP, lo que hace que Luis Arce este totalmente relegado de ser candidato por el MAS IPSP. Por otro lado David Mamani, el actual ejecutivo legítimo de los Tupak Katari y líder de las 20 provincias de La Paz, se ha convertido en el rostro nuevo de la resistencia y vanguardia del principal conflicto actual. Si bien David Mamani ha declarado que su movimiento «no es político» sino orgánico ha sido el primer sector en pedir abiertamente la renuncia de Luis Arce y David Choquehuanca. Este posicionamiento no solo desafía la narrativa del gobierno, sino que también señala que el MAS-IPSP tiene una capacidad de regeneración interna que el gobierno de Arce no puede controlar.

La Ausencia de Bases y el Desgaste de la COB

La ausencia notable de Juan Carlos Huarachi, ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB) y otros dirigentes «Arcistas», es un claro indicador de que el respaldo a su gobierno se está desmoronando. Después de sus amenazas recientes con la toma física de la Asamblea Legislativa Plurinacional, Huarachi ha mostrado signos de desgaste ya que también esta inmerso en supuestas negociaciones corruptas con el actual gobierno y el gobierno de Jeanine Añez, lo que sugiere que incluso sus aliados más cercanos están preparando una retirada. Este alejamiento de Huarachi recuerda a su papel durante el golpe de Estado de 2019 contra Evo Morales, cuando la COB retiró su apoyo a Morales en un momento de crisis crucial.

Ineptitud en la gestión de crisis: Un gabinete corrupto y sin rumbo, una Policía Nacional sin legitimidad y unas Fuerzas Armadas con una daga en el corazón.

El verdadero problema de Arce no es Evo Morales, sino la incapacidad de su gobierno para gestionar una crisis que él mismo ha exacerbado. Su gabinete ministerial está fracturado, sin un solo ministro que haya demostrado ecuanimidad técnica. Los intentos de culpar a Morales por la crisis ocultan el hecho de que los problemas estructurales del país, como la escasez de combustible, la falta de dólares y el aumento de precios de la canasta familiar, son el resultado de una administración marcada por la ineptitud y la corrupción.

Arce comete el error de lanzar amenazas cuando su entorno de dirigentes prebendalistas no le garantiza bases sociales. La Policía boliviana, por ejemplo, no ofrece garantía de estabilidad debido a la falta de liderazgo y legitimidad desde el amotinamiento de 2019 y otros incidentes recientes. Amenazar con «meter bala» al pueblo boliviano utilizando a las Fuerzas Armadas solo refuerza el paralelismo con la retórica represiva como Gonzalo Sánchez de Lozada y Jeanine Áñez, quienes terminaron en el exilio o la cárcel. Las Fuerzas Armadas recientemente han sido melladas en su honor por el gobierno actual, después de haber sido expuesto ante la comunidad nacional e internacional como unos viles delincuentes, esposados y sometidos por policías, tras haber sido implicados en un «Auto golpe» en complicidad con el General Zúñiga para simplemente «aumentar su popularidad», hay una generación de oficiales de alto rango y sus camaradas que llevan una daga en el corazón que con seguridad desean cobrársela.

Un camino hacia el suicidio político: Aislamiento y Desesperación

El gobierno de Arce parece estar siguiendo un camino de autodestrucción política. A pesar de su retórica amenazante, es evidente que carece del apoyo popular y del respaldo interno necesario para mantenerse en el poder. Con cada día que pasa, la situación se vuelve más insostenible. Los nuevos líderes emergentes que ya encabezan las protestas y las demandas de renuncia, reflejan una dinámica política cambiante donde las bases sociales están listas para actuar.

El bloqueo de caminos anunciado por los Tupak Katari en La Paz es solo el comienzo de una serie de movilizaciones que buscan forzar un cambio en la conducción del Estado. Ante un escenario de creciente tensión y con un gabinete sin rumbo ni cohesión, la permanencia de Arce en el poder parece cada vez más efímera. Las calles y carreteras de Bolivia están empezando a hablar, y el futuro del país podría depender de lo que ellas tengan que decir en las próximas semanas.

Sin salida ni legitimidad

Luis Arce está atrapado en su propio laberinto de malas decisiones, rodeado de dirigentes sin legitimidad y enfrentando un levantamiento social que él mismo ha fomentado con su retórica divisoria y sus políticas ineficaces. Mientras más tarde en renunciar, más fríos y gruesos serán los barrotes. Bolivia ha sido testigo resiente de la caída de gobernantes que al perder el contacto con su pueblo, intentaron aferrarse al poder. Hoy, Arce se enfrenta a ese mismo destino.

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