Bolivia atraviesa una de sus etapas más críticas en años recientes, con un clima de tensión que va en aumento y un gobierno cada vez más arrinconado por la presión social. Hoy, el paro cívico en Santa Cruz se llevó a cabo con contundencia, mostrando una vez más el rechazo de gran parte de la población hacia la gestión del presidente Luis Arce. La medida de presión, que se realizó en respuesta a las múltiples crisis que afectan al país, dejó calles vacías, negocios cerrados y una clara señal de descontento ciudadano. Los organizadores aseguran que no es más que el comienzo de una serie de acciones que continuarán en los próximos días si no se escuchan sus demandas.
El malestar no se limita a Santa Cruz. Este sábado, las 20 provincias del departamento de La Paz llevarán a cabo un ampliado en el que se determinarán medidas más extremas ante lo que consideran una falta de atención del gobierno a las necesidades y demandas de sus comunidades. Entre las acciones más discutidas, se menciona la posibilidad de bloqueos de carreteras y movilizaciones masivas que paralizarían al país. Los “Ponchos Rojos” ya han adelantado que están dispuestos a intensificar la lucha si no se ofrecen soluciones inmediatas y concretas desde el Ejecutivo.
En otros departamentos, el clima de tensión sigue en ascenso. Las protestas y movilizaciones se extienden, y el gobierno de Arce se ve cada vez más acorralado por una serie de conflictos que no muestra capacidad de resolver. Las recientes expulsiones de Luis Arce y David Choquehuanca del MAS-IPSP han intensificado aún más la crisis política y la fractura interna del partido gobernante, llevando a un escenario de inestabilidad donde la gobernabilidad está en juego.
El país se encuentra al borde de un estallido social, y el gobierno parece incapaz de ofrecer soluciones efectivas ante la crisis. Mientras las movilizaciones continúan ganando fuerza, el tiempo se agota para un gobierno que se tambalea en medio de un conflicto sin precedentes. Todo parece indicar que Bolivia se aproxima a un punto de no retorno, donde la paz social y la estabilidad política están seriamente amenazadas.
La comunidad internacional observa con preocupación la escalada de tensiones en Bolivia, un país clave en la región andina. Las próximas semanas serán cruciales para determinar el rumbo que tomará el país, y los movimientos sociales han dejado claro que no descansarán hasta que se restablezca la justicia social y se escuche la voz del pueblo.
VGJL