Bolivia se encuentra en medio de una tragedia ambiental sin precedentes, con incendios forestales que arrasan con la selva amazónica, devoran viviendas, y envuelven a la población en un aire tóxico que pone en riesgo la salud de millones. Mientras el fuego implacable avanza y consume todo a su paso, el gobierno de Luis Arce se ha mostrado incapaz de actuar con la urgencia y determinación que la situación demanda. Hoy, Santa Cruz, Beni y Pando viven un auténtico infierno mientras el gobierno, en vez de liderar una respuesta efectiva, parece estar cruzado de brazos.
El Índice de Calidad del Aire (ICA) en Santa Cruz de la Sierra ha alcanzado un nivel crítico de 369; en Trinidad (Beni) es de 412 y en Cobija (Pando), un alarmante 432. Esto representa un peligro extremo para la salud pública. Sin embargo, el gobierno de Arce se limita a emitir recomendaciones de protección como el uso de barbijos y evitar actividades al aire libre, en lugar de tomar acciones concretas para sofocar los incendios y proteger a las comunidades afectadas.
El Ministro de Educación, Omar Véliz, anunció el retorno a clases virtuales en estas tres regiones, lo que subraya la gravedad de la situación. Sin embargo, esto no es suficiente. ¿Dónde están los bomberos? ¿Dónde están los recursos que deberían haberse desplegado ya para contener los incendios? La población de lugares como Las Petas, en San Matías, está tratando de apagar el fuego con sus propias manos, mientras el gobierno solo ofrece palabras vacías y promesas incumplidas. Hasta ahora, al menos diez viviendas han sido destruidas y el fuego sigue avanzando, devorando todo a su paso sin control.
El desamparo de las poblaciones afectadas es evidente. En Ascensión de Guarayos, los habitantes han tenido que recurrir a procesiones religiosas y plegarias desesperadas, rogando a Dios que termine esta pesadilla. «Señor danos lluvia», claman de rodillas, mientras el gobierno sigue sin responder adecuadamente a la emergencia. Esta es la Bolivia de hoy bajo el gobierno de Luis Arce: una tierra de tragedia, humo y cenizas donde el pueblo debe pedir a la providencia lo que su gobierno es incapaz de ofrecer.
Es claro que el gobierno de Arce ha fallado estrepitosamente en manejar esta crisis ambiental. La falta de una respuesta oportuna y contundente es una muestra de su ineficiencia y desconexión con la realidad que viven los bolivianos. La nación exige acción inmediata, no discursos ni medidas tibias que no resuelven el problema de fondo. ¡Es hora de que el gobierno de Luis Arce asuma su responsabilidad antes de que Bolivia pierda aún más vidas, hogares y su invaluable riqueza natural!