El presidente Luis Arce Catacora, en su reciente exposición sobre la crisis económica de Bolivia, ha demostrado una vez más su incapacidad para asumir la responsabilidad y ofrecer soluciones concretas y viables a corto plazo. En lugar de enfrentar de manera realista los problemas actuales que aquejan al país, Arce optó por culpar a factores externos, a la Asamblea Legislativa Plurinacional, e incluso a su predecesor y antiguo aliado, Evo Morales, eludiendo así la responsabilidad que le corresponde como líder del Estado durante casi cuatro años.
En su discurso, Arce enumeró ocho causas de la crisis económica, incluyendo la falta de inversión en la exploración de hidrocarburos y la caída en la producción de gas y petróleo, la principal fuente de divisas para el país. Sin embargo, su presentación no ofreció soluciones concretas de corto plazo, y en cambio, se centró en promesas de medidas estructurales que tardarían años en materializarse, como la sustitución del 90% de las importaciones de diésel para 2026 y la instalación de nuevas plantas de producción de biodiésel, un plan poco realista dadas las actuales limitaciones financieras y de infraestructura del país.
Arce también mencionó un supuesto «sabotaje» de la Asamblea Legislativa, alegando que más de mil millones de dólares en créditos internacionales están congelados, lo cual, según él, ha exacerbado la crisis. Sin embargo, esta afirmación ignora el hecho de que durante su gobierno se aprobaron préstamos por más de 4.000 millones de dólares, recursos que no han logrado aliviar la situación económica ni generar un impacto positivo en la economía nacional. Esta falta de transparencia y autocrítica fue ampliamente criticada por diversos economistas y analistas políticos, quienes señalaron que el mandatario sigue desconectado de la realidad del país y atrapado en una «burbuja» que lo aleja de las verdaderas necesidades de la población.
En un tono repetitivo y sin nuevas ideas, Arce volvió a hablar de las mismas promesas vacías de siempre, como la reactivación de la exploración de hidrocarburos y el supuesto crecimiento económico a través de políticas de sustitución de importaciones. No obstante, estos planteamientos han sido calificados como «absurdos» por expertos, ya que no atacan el problema de fondo: el excesivo gasto público, la falta de inversión eficiente y la administración deficiente de recursos durante su gestión como ministro de Economía y presidente.
La exposición del presidente Luis Arce ha dejado claro que el gobierno no tiene un plan coherente ni efectivo para resolver la crisis económica que enfrenta Bolivia. Mientras los ciudadanos sufren el impacto del aumento de precios, la escasez de dólares y una inflación creciente, el gobierno parece más enfocado en excusas y en un relato desconectado de la realidad. Esta falta de liderazgo y de decisiones contundentes no solo afecta la economía, sino que amenaza con agravar aún más la situación del país en los próximos meses.