Marcha para salvar Bolivia del pueblo vs. Marcha de la Muerte del gobierno
La Paz, 25 de septiembre de 2024 – La reciente «Marcha para Salvar Bolivia», encabezada por el expresidente Evo Morales, se ha consolidado como un hito histórico en la lucha social y política del país. Con un mensaje claro y contundente, esta movilización pacífica ha desnudado las intenciones del gobierno de Luis Arce Catacora, exponiendo su desesperada y peligrosa voluntad de mantenerse en el poder a cualquier costo.
Desde su inicio, la marcha demostró una fuerza inquebrantable, superando la narrativa mediática impulsada por el gobierno. A pesar de los esfuerzos por desacreditarla, las redes sociales jugaron un papel crucial en desmantelar las Fake News que intentaron tergiversar los objetivos de esta movilización popular. La realidad se impuso: la marcha fue un clamor del pueblo en defensa de la democracia y en rechazo a las políticas de un gobierno que parece dispuesto a sacrificar la estabilidad del país para perpetuarse en el poder.
El llamado «pacto de unidad Arcista» quedó en evidencia cuando, pese a sus intentos por convocar un cabildo en El Alto, las bases populares no respondieron a la llamada. La convocatoria, impulsada por funcionarios públicos obligados y extorsionados con cuotas de hasta 500 bolivianos, se quedó corta. La falta de una línea de acción clara dejó a los convocados dispersos, sin lograr el impacto que esperaban.
En un intento desesperado por frenar la marcha, el gobierno recurrió a tácticas de violencia. Se denunció la contratación de jóvenes de Santa Cruz y Cochabamba, junto con grupos armados irregulares, para atentar contra la integridad de los marchistas. Estos mismos grupos, vinculados a los eventos de 2019, pretendieron ejecutar una emboscada en Vila Vila, que fue heroicamente superada por los marchistas. La violencia orquestada por el gobierno, que incluyó bloqueos, requisas, destrucción de movilidades y quema de equipajes, fue enfrentada con firmeza por los manifestantes.
A pesar de la amenaza constante, la marcha siguió su curso, desafiando las advertencias de figuras aliadas al gobierno, como la alcaldesa de El Alto, Eva Copa, quien juró públicamente que no dejaría pasar a los marchistas. Sin embargo, el Distrito 8 de El Alto, al ver la presencia de grupos armados, los expulsó valientemente, allanando el camino para la entrada triunfal de la marcha.
El recibimiento en El Alto y La Paz fue apoteósico. Miles de ciudadanos, incluyendo niños, mujeres, ancianos y personas con capacidades diferentes, se volcaron a las calles para recibir a los marchistas como héroes. La figura de Evo Morales, el «líder de los humildes», fue abrazada con fervor, recordando las transformaciones sociales logradas durante su gobierno.
Esta marcha ha dejado al descubierto las grietas en la administración de Luis Arce, cuya estrategia política parece cada vez más mal calculada y desconectada de las demandas populares. Mientras el gobierno central sigue ignorando las exigencias del pueblo, el sector campesino ya ha comenzado a organizarse para un bloqueo nacional de caminos, ante la falta de respuestas a sus demandas.
El pueblo está de pie y en apronte. Los próximos días serán cruciales para el futuro de Bolivia, con un gobierno que sigue apostando por la represión y la desinformación, y un movimiento popular que demuestra, una vez más, su capacidad de resistencia y organización en defensa de sus derechos y su país.